El crecimiento económico en una organización, un sector o un país se mide de forma cuantitativa, generalmente en términos de producción. El desarrollo se sustenta en la mejora continua de las condiciones de vida y de trabajo de quienes afecta el crecimiento. El sector veterinario español muestra esta disyuntiva entre crecimiento y desarrollo, pues, a partir de 2015, experimenta una progresiva recuperación en muchos de sus indicadores económicos y financieros, a la vez que se deterioran aquellos otros relacionados con la calidad del empleo y el salario medio por empleado. Este artículo explica esta situación y expone posibles soluciones al problema.
El contexto del sector veterinario, tras la crisis y el incremento del IVA al 21% a los servicios a animales de compañía en 2012, se caracterizaba por la existencia de notables perjuicios económicos y sociolaborales . A partir de 2015, coincidiendo con la mejora macroeconómica del país, el sector experimenta una progresiva recuperación en diversos indicadores económicos y financieros, evidenciando fortaleza y crecimiento en la actualidad. Sin embargo, esta notable mejora no ha servido para atemperar la situación de precarización laboral y bajos salarios de muchos de sus trabajadores. En el análisis del periodo 2009-2017 se ha podido evidenciar que el sector veterinario español ha disfrutado de incrementos considerables de su cifra de negocio (32,14%), valor añadido generado (33,10%), valor de la producción (17,90%), excedente bruto de explotación (27,51%, con un 91,16% de alza entre 2013 y 2017), compras (30,42%) e inversión en activos materiales (19,56%, con un 30,07% de aumento en el periodo 2012-2017). Así mismo, se ha incrementado el personal ocupado (38,84%), el personal remunerado (50,28%) y los gastos de personal (38,29%). La tasa de estabilidad en el empleo, que alcanzó su techo en 2011 (84,10%), se sitúo en 2017 en el 80,83%, sólo un 0,34% menor que en 2009, y bastante superior a la media nacional, señal de que este sector tienen una fuerte resistencia a los efectos perniciosos de las crisis.
Por otro lado, a la vez que estas mejoras, también se produce el deterioro de una serie de indicadores sociolaborales. Así, se han verificado descensos del salario medio anual (-10,43%) y de la productividad en euros por persona ocupada (-4,13% en total, -21,98% en el periodo 2009-2014), elevándose el personal no remunerado (25,39%), los eventuales (44,90%) y las empresas con un único trabajador (35,37%), en las que el 94,39% es no remunerado. Además, el 98,07% de las empresas tienen menos de 10 empleados, generando el 80,25% de la cifra de negocio, evidenciando la gran fragmentación del sector, fuente habitual de precarización. De hecho, el salario medio neto mensual a final de 2017 (1.039,45 euros) estaba en el grupo de cola de la CNAE y representaba menos de la mitad del de las actividades sanitarias (2.126,23 euros). Este deterioro de las condiciones laborales se produce en un sector ya altamente feminizado, sobre todo en las cohortes de menos edad (el 65,67% de los colegiados menores de 45 años son mujeres), que en el futuro lo estará aún más (en 2018 el 74,26% de los matriculados en veterinaria y el 70,17% de los egresados eran mujeres). En este contexto un gran número de profesionales veterinarios (tanto mujeres como hombres y, sobre todo, los más jóvenes) padecen una grave situación de precarización, base de una brecha salarial relacionada más con la edad que con el género, debida a que los veterinarios más jóvenes han accedido más recientemente a la profesión, con peores condiciones laborales y salariales.
En definitiva, el crecimiento experimentado en el sector veterinario español en el periodo analizado no ha alcanzado a todos los agentes económicos que han contribuido al mismo, pues una parte importante de sus trabajadores (principalmente los más jóvenes) han venido padeciendo deterioros salariales y laborales. Ha existido, pues, un crecimiento evidente en términos cuantitativos (como apuntan los indicadores relacionados con la producción), que no ha traído vinculada una mejora de relevantes aspectos cualitativos relativos al empleo que corroboren un desarrollo económico completo en el sector. Obviamente, si el actual modelo de crecimiento del sector comporta fenómenos estructurales negativos que afectan a un gran colectivo de trabajadores, parecería justo implementar un modo más equitativo de distribuir entre todos los agentes partícipes los beneficios derivados del alza de la producción. Así, en principio, salvaguardando esa equidad, ya sea a través de la inversión interna o de procesos de concentración, se debería promover el aumento del tamaño de las empresas como forma de mejorar empleo, competitividad y productividad, pues la evolución de diversos indicadores así lo aconseja (el excedente bruto de explotación por empresa y la productividad por euro empleado en remunerar trabajadores se incrementan con el tamaño). Otra cuestión a afrontar sería el exceso de oferta del mercado laboral veterinario, en cuya resolución han de implicarse tanto la profesión como las universidades, para que la generación de egresados se corresponda con la dimensión y necesidades del sector. En cualquier caso, el principal reto que quizás se deba plantear sería un cambio estratégico que implicara transformaciones significativas en la organización empresarial, propiciando el tránsito de un modelo productivo cimentado en el crecimiento, la inversión y la producción, a otro basado en la prestación de servicios de mayor valor añadido y la calidad del empleo, en el cual las retribuciones salariales fuesen siempre proporcionales a las contribuciones de los trabajadores a la producción.
Artículo publicado en el Boletín de Estudios Económicos, No. 229, Abril 2020, págs. 171-196.
autor: Gutiérrez-Aragón, Ó. (2020). Crecimiento versus desarrollo sectorial: el caso del sector veterinario en España. Boletín de Estudios Económicos, 75(229), 171-196
Este artículo se reproduce con la autorización de ambas partes.
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